Llevado a cabo por el doctor Jesús Pérez-Aparicio y las licenciadas Mª Ángeles Toledano y Vanesa Rodríguez, este estudio fue impulsado por el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Centro IFAPA), de Palma del Río (Córdoba).
El estudio tuvo como objetivo investigar los efectos en naranjas tipo Valencia de la conservación en atmósferas controladas sometidas a diferentes condiciones.
Para ello las naranjas se mantuvieron en 3 cámaras frigoríficas durante 154 días, almacenadas en cajas de tamaño industrial y bajo condiciones atmosféricas distintas. En los resultados se tuvo en cuenta las alteraciones producidas en la fruta, así como su pérdida de peso, envejecimiento, escaldado o daño por frío.
Estas alteraciones fueron variando según las condiciones previamente fijadas en cada una de las cámaras, teniendo como resultado un índice de podredumbre y daño por frío considerablemente inferior en cámaras con concentraciones altas de CO2.
Los resultados del estudio pueden resumirse en que, de manera notoria, en cámaras con altos niveles de CO2:
· Se redujo la tasa de respiración de las naranjas prolongando la duración de su almacenamiento
· Se redujo el desarrollo de microorganismos por su carácter fungistático
· Se redujo el índice de daño por frío y escaldado incluso a temperaturas cercanas a -1ºC
· Se redujeron los índices de podredumbre obtenidos

Además de estos interesantes resultados, conviene tener en cuenta que la naranja es un fruto no climatérico, lo que significa que durante la maduración y senescencia su tasa de respiración y niveles de etileno son bajos. Por lo tanto, siempre es importante tener en cuenta el momento de la recolección ya que éste condicionará su calidad final.
También es un fruto sensible a las temperaturas bajas, lo que le ocasiona daño por frío y escaldado. Por su parte, a temperaturas altas aumenta la tasa de respiración, lo que conlleva pérdida de peso y envejecimiento.
Hay que tener en cuenta además que una humedad relativa alta reduce la transpiración retardando la senescencia, mientras que la baja humedad aumenta la transpiración provocando en el fruto daños en la piel y pérdidas de peso.
Este estudio, por tanto, demostró de forma muy clara que el almacenamiento de naranjas “Valencia” en atmósfera controlada reduce la tasa de respiración, prolongando la duración del almacenamiento. Así mismo, altos niveles de CO2 las protegen del daño por frío y del desarrollo de microorganismos. Por otro lado, niveles bajos de O2 reducen la actividad metabólica del fruto, retardando de ese modo su senescencia. En general, el estudio llegó a la conclusión de que se recomendaban niveles de concentraciones de un 5% de CO2 y de un 15% de O2 para la conservación más óptima de las naranjas “Valencia”.
Finalmente, el estudio demostró que la opción de combinar concentraciones de CO2 decrecientes junto a temperaturas también decrecientes, mostró resultados positivos en almacenamientos de larga duración. La razón radica en que las concentraciones altas de CO2 reducen el daño por frío y el escaldado, lo que permitió bajar aún más las temperaturas en el último tercio del almacenamiento. También hubieron unos menores índices de podredumbre.
El estudio, en definitiva, nos demuestra que la refrigeración de naranjas en atmósferas controladas nos ofrece grandes ventajas a un coste reducido, basándonos exclusivamente en la elevación de los niveles de CO2.
